Unas hermosas caras...

- Entre Tilcara y Iruya

Su mundo no se extiende más allá de las crestas donde dirigen su mirada. Van a buscar solos, en la montaña, bajo la tormenta a veces, los rebaños dispersados,
arrastrando al cabo de un hilo el precioso camión de madera que construyeron,
apretando contra ellos el confidente de sus sueños: muñeca de trapo o fiel compañero,
Los niños de la Puna tienen poco. Tienen estos ojos que se maravillan de una naderia.

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