- Entre Tilcara y Iruya Su mundo no se extiende más allá de las crestas donde dirigen su mirada.

Van a buscar solos, en la montaña, bajo la tormenta a veces, los rebaños dispersados,

arrastrando al cabo de un hilo el precioso camión de madera que construyeron,

apretando contra ellos el confidente de sus sueños: muñeca de trapo o fiel compañero,

Los niños de la Puna tienen poco. Tienen estos ojos que se maravillan de una naderia.
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