El Fitz Roy

89 kilómetros separan el Fitz Roy de la Ruta 40. Sin embargo, desde hace tiempo ya, su silueta se recorta en el horizonte más allá de las aguas azules lácteas del Lago Viedma.
Como un miraje que aparece y que desaparece a merced de las nubes que la rodean, su cumbre más alta que las otras, se yergue como la aguja de la "Catedral de Chartres" allende los trigales de la "Beauce".
Con la sola diferencia de que aquí nada crece, si no las raquiticas hierbas, víctimas tanto del frío que de la quemadura de un sol implacable.
Nada vive tampoco, a la excepción de algunos nandus, tatus o guanacos que resisten a los vientos violentos venidos de los grandes glaciares chilenos del otro lado de la montaña.
Recién asfaltada, la Ruta 23, sola vía de acceso a El Chalten, estira inmensas líneas derechas hasta los pies del gigante.
Los últimos kilómetros de pista permiten entender mejor la fascinación que siempre ha ejercido esta montaña en los más grandes alpinistas, y porqué solo muy pocos le han vencido desde 1952 (*).
Fascinación indescriptible si no quizá por los que dejaron su nombre a las cumbres que lo rodean: Guillaumet, Mermoz et... Saint Exupéry.

(*) articulo "Lionel Terray y Guido Magnone"

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