Por una "milonga", una noche de lluvia...

- Confitería La Ideal, Suipacha 384

Desde principios de la tarde, una lluvia torrencial descarga sobre Buenos Aires. Los taxis amarillos y negros levantan a su paso chorros de agua que el transeúnte intenta evitar bordeando las fachadas.
Al anochecer, sombras se deslizan precipitadamente dentro del edificio deteriorado, al cruce de Corrientes y Suipacha. El lugar deja adivinar su esplendor pasado. En la pérgola, los últimos llegados doblan sus paraguas, bajan su capucha goteante y depositan su abrigo en el vestidor.
Una escalera de mármol conduce al primero. Los tacones chasquean de un peldaño al otro. El tajo de las polleras se abre, revelando, a pesar de la luz pálida prodigada por viejos lustres polvorientos, las piernas de las mujeres torneadas por estiletos exageradamente altos.
Bajo una vidriera que deja pasar la lluvia en algunas partes, parejas se ejercitan al son de un bandonéon tímido. La orquesta no está aún completa. En un murmullo ruidoso, los unos y los otros se encuentran en las mesas que reservaron con anterioridad. Espejos sobre las paredes permiten corregir un maquillaje estudiado y agudizar la sensualidad de las ropas. Cruzaron la ciudad entera. Vienen de todos los barrios : de los más lejos a lo más cerca. Pertenecen en su mayoría a escuelas de milonga, dónde aprenden durante años a perfeccionar cada figura, una tras otra, de un tango que se baila solo para ella, solo para él.

Entonces cuando aparece, saliendo entre dos columnas, una pareja que todos conocen, cada uno se hace a un lado, vuelve a su mesa para admirar el acuerdo perfecto de dos maestros. Los músicos tocan las primeras notas de una partitura de Piazzola, los cuerpos se tensan: hasta la punta de los dedos. Los movimientos se suceden, crispados, apasionados.

La mano no se posa: roza, dejando el espacio a un soplo que se desliza por la espalda hasta las caderas y se evapora. Las miradas huyen y luego se fijan en los ojos del otro.Algunos minutos de entrenga apasionada, solos en el medio de los que los admiran, en medio de los que se preparan a imitarlos...

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