El pequeño "criollo", compañero del gaucho.

- Ruta 31, Zarate

Cuando en 1537, Mendoza tenia que hacerse a la mar de nuevo, fallando en su tentativa fundar, si no es una colonia estable y duradera, al menos una ciudad, no se dudaba, que abandonando 47 pequeños caballos andaluces, éstos pudieran sobrevivir en estas tierras desconocidas.Hicieron mejor que eso: se adaptaron perfectamente a su nuevo medio ambiente, evolucionaron de generación en generación hacia una raza de pleno derecho, aunque los cruces naturales dieron a luz a más de tres ciento vestidos diferentes como alazan o bayo.Su alzada no sobrepasando el metro 50, dotados con un amplio pecho, de una grupa redondeada y de piernas posteriores especialmente musculosas, se volvieron los compañeros ideales de los Indios y de los "gauchos" que los denominaron "criollos" desdes el principio el siglo XVIII.
Ágiles y vivos, permitieron a los primeros llevar "malones" en las tierras de los colonos, a los segundos de escaparse a la policía después de haber realizado cualquier hurto o "crimen de honor" (1).Su pequeño galope corto tan característico (que los Ingleses llaman "canter") y que les da este paso contoneado sin embargo siempre ha servido más a las duras y sanas faenas del campo. Utilizados para el polo, son a menudo las estrellas del salón de la agricultura (Sociedad Rural) que tiene lugar cada año en el barrio de Palermo en Buenos Aires.

(1) episodio de la primera parte del "Martin Fierro" de José Hernandez.

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