- Parque 3 de Febrero, Av. Adolfo Berro, Palermo¿Que había en la mirada de Pilar para que Mbareté se ahogue hasta tal punto que perder la vida?

Había llegado algunas semanas antes en este lugar que llevaba aún el nombre de
"las siete corrientes". Su padre, de pequeña nobleza española, la había traído con él. Se habían instalado ambos no lejos de la misión jesuita donde trabajaban numerosos guaranis.

Hacía un poco más fresco a esta ultima hora de la tarde. Quiso salir y pidió a su dama de compañía venir con ella. Indolente, avanzaba, en las calles de la
"reducción". Su sombrilla se arremolinaba sobre su cabeza, protegiendo su piel que su cabello negro volvía aún más blanca.

Mbareté tendría nunca que levantarse para limpiar el sudor que goteaba de su frente. A 16 años justo cumplidos, Pilar no podía tampoco encubrir el sentimiento que se había adueñado de ella, cuando su mirada azul profunda cruzaba el del joven indio.

Pussieron todo en acción por lo tanto para volverse a ver, otra vez, luego otras aún. Mbareté se aprendió algunas palabras de español: suficientemente para que pueda balbucear a la oreja de Pilar aquéllos que ella soñaba oír.

Pero una noche, decidiendo quererse más aún, fueron sorprendidos por el padre de Pilar. Bien decidido a lavar el honor de su hija en la sangre, apuntó con un mosquete en dirección a Mbareté. Cuando el tiro salió, Pilar se lanzó para proteger su querido. Se murió sin un grito. Atropellado por un segundo tiro en el momento en que se precipitaba sobre el padre de Pilar, Mbareté se desplomó sobre la muchacha.
Bien más tarde, los que volvieron de nuevo en los lugares del drama, descubrieron al sitio dónde caían entrelazados el cuerpo de los dos enamorados, un árbol a las flores azules, del azul profundo de la mirada de Pilar. Así nació la leyenda del jacaranda... en el azul de los ojos de Pilar...
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