- La aproxiamación por los valles de las Vacas y de los GuanacosEran cinco. Ninguno llegó a la cumbre. Pero este sueño quebrado fue quizá para cada uno de ellos, una victoria sobre sí mismo...

Mucho vienen a Aconcagua, fuertes de sus experiencias anteriores, algunos orgullosos de su condición física a pesar de la edad avanzada y otros con una falta de entrenamiento no reconocida. Todos están convencidos de llegar al final de la aventura.

Pensaron en esto desde hace años. Las reuniones de familia o los cócteles mundanos durante los meses que preceden, son la ocasión donde ellos mencionan este proyecto, cuya la temeridad les vale a menudo la admiración de los que saben al menos que Aconcagua es una pila de piedras de 7000 metros(1), en algún sitio en medio de la Cordillera.

Repiten a los auditores que fingen apasionarse , lo que leyeron en las revistas o guías. Intentando tranquilizar a sus allegados preocupados , tanto como tranquilizarse ellos mismos, repiten que esta aventura no presenta ninguna dificultad técnica y que se trata solamente de una serie de excursiones tranquilas, cada día un poco más arriba .

En la noche, bajo la luz de la lámpara, releen sin embargo el artículo sobre
"el apunamiento" , este mal de las montañas específico a los Andes que puede llegar hasta el edema cerebral, temiendo en silencio ser las futuros víctimas .

Algunos días antes de la marcha, están impacientes por probar el equipamiento reluciente, con estampillas de
"Gore Tex" o
"Windstopper" que debe decuplicar sus fuerzas y en el cuál gastaron una fortuna. Hacen, deshacen cientos de veces su mochila de 80 litros, sentándose arriba para que todo entrea, contemplandola amorosamente durante horas, ya viéndose, orgullosos montañeses, sobre el "
techo de las Américas".

En Mendoza, 2 días antes de la marcha, el encuentro con las guías y sus futuros compañeros de expedición atenúa repentinamente una parte de su magnífica seguridad. Midiendo sus experiencias respectivas, toman conciencia que las suyas son quizá un poco justas, que la aventura en la cual se lanzaron, no es quizá segura. Que peor aún, presenta riesgos...

Después de algunas horas de marcha, ya no quedan muchos delirios de grandeza de unos y otros: se olvida el banderín previsto para el día de la cumbre, en el fondo de la mochila.
El viento de frente, seco y frío, levanta molinos de polvo, depositando los gérmenes de una laringitis en el fondo de la garganta que no dejará más, a aquellos que no entendieron la importancia de la bufanda delante de la boca...
(continuará)(1) 6962 m
- artículo corregido por Macarena Pérez Correa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario