El sueño del salinero

- Grande Saline, al cruce de las Rutas 40 y 52 (3600 msnm)

El sol es ya bajo sobre el horizonte. Don Leucadio sabe que debe pararse porque la sombra de la piedra a lado de él se estira hasta sus pies. Solo le queda el tiempo del trayecto a bicicleta para volver a San Antonio de Los Cobres, antes que la noche caiga. Levanta lentamente su espalda dolorida por horas pasadas curvado picando la salina, y recoge a la pala los panes de sal que encarga en bolsas de arpillera. A pesar del dolor que sente en los riñones cada vez que iza estas bolsas sobre el lomo de las mulas, Leucadio Guitian esboza ningun mueca. Tiene el pudor de aquéllos que ningún compasión vendrá aliviar, de los que no lo esperan.
El sol abrasa la cumbre de los volcanes alrededor del desierto blanco. Sin riesgo, retira sus anteojos de madera similares a los"Iggaaks" de los "Inuits". Habrá falta una semana para alcanzar la tonelada que se le pagará 11 Pesos. Varios años para constituirse un pactolo suficiente para realizar su sueño. Ya que Leucadio Guitian tiene un sueño: comprar este pequeño molino abandonado cerca de su casa para hacer pan para su pueblo.

Para que no se lo llama màs Don Leucadio el salinero, pero Don Leucadio el molinero...

- Fuente : inspirado por el artículo "Harina de la puna, magia de un molinero" de Juan Pablo Baliña, La Nacion ( 1 de abril de 2007 )

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