Alborotadas por el cruce de las corrientes de Brasil y de las Malvinas, las aguas del Océano Atlántico penetran en el golfo San Matías, acepillando al paso la Punta Norte de la Península Valdes.
El mar, en este día, refleja el cielo triste de un invierno austral ya bien instalado. Algunos rayos tímidos platean sin embargo las olas. 
La marea alcanzó su más alto nivel. La espuma roza las colonias de lobos de mar languidecidos sobre la playa. 
Mecidos por el ruido sordo del océano, orillados unos contra otros, perciben el peligro inminente. 
El rugido de viejos machos alerta los más jóvenes permanecidos en el agua. La hora llego: la de las orcas. 
Su aleta afilada hiende la superficie del agua, dejándo detrás un fino hilo blanco a manera de roda. Pasaron la punta y bordean ahora la orilla.
Ay entonces de los despreocupados permanecidos demasiado cerca del borde...
